La investidura se ha convertido en un teatro del absurdo, como en la obra de Ionesco o Beckett. Los personajes del drama se creen más importantes que la propia democracia. Una de las sesiones más esperpénticas del parlamentarismo español se produjo el 16 de noviembre de 1870. Se trataba de encontrar un candidato para la Corona de España tras la forzada salida de Isabel II.
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