En el aeropuerto, en el control de pasaportes, unos hombres vestidos de negro se le acercaron. Eran de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (GRI), pero ella no lo sabía. Tras tenerla en un cuarto de interrogación durante unas ocho horas, la trasladaron, con la cabeza entre las piernas, a un apartamento, donde la interrogaron durante horas mientras la filmaban. Fue acusada de espionaje, cargo que ella siempre ha negado, y del que jamás se presentaron pruebas. Al otro día, "me llevaron a un hotel que estaba equipado con equipo…”