No sé qué esperamos puesto que aquí dentro nunca pasa nada. Admito, sin embargo, que la sala de espera es mucho más cómoda que la siniestra caverna platónica. No estamos sujetos con cadenas, y las luces de neón siempre encendidas, iluminan un espacio acogedor. Brillan las paredes de color blanco que nos protegen de lo inesperado. Además, el menú que podemos comprar es mucho más variado. Ahora ya no hay quejas a causa de su mala calidad. Si te lo puedes pagar, se te ofrece un mundo de oportunidades.
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