Un grupo de jubilados del barrio madrileño de Lavapiés se turna frente a un ordenador. Llevan casi un año así. Entran y rellenan una y otra vez los datos necesarios para obtener una cita previa en Extranjería para sus vecinos subsaharianos. Se trata de una labor ingrata; en todas las ocasiones la respuesta es la misma: “En este momento no hay citas disponibles. En breve, la oficina pondrá a su disposición nuevas citas”. Sin cita, no hay papeles. Sin papeles no hay trabajo formal ni cuenta bancaria ni alquiler. Ni tranquilidad.
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