Actualidad y sociedad
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Para reconstruir la humanidad

A las 05:47 horas del 17 de enero de 1995, la joven Yasuyo Morita, estudiante de secundaria en el instituto Akatsukayama de Kōbe, se despertó sobresaltada por el grito de su madre. «Es muy pronto, mamá. No entro a clase hasta las siete y media», protestó. «¡Corre!», volvió a chillar la señora Morita desde el otro extremo de la casa, «¡Es un terremoto!». Yasuyo saltó del futón y pulsó el interruptor de su lámpara sin éxito; la luz eléctrica estaba cortada.

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