Si los independentistas catalanes creían tener un sueño, la economía les está poniendo frente a una pesadilla. La reacción de la Bolsa de ayer, además de los anuncios de huida de empresas, les debería devolver a la realidad. Su nefasta gestión podría convertir a una de las autonomías más prósperas de España en un Estado quebrado si alcanzase la independencia.
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