En Lisboa hay mucho sitio para turistas en pisos de alquiler pero no tanto para los vecinos de toda la vida con salarios de crisis permanente. La gentrificación local y foránea la está cambiando. A pesar de que las bragas y las camisetas secando en la calle son precisamente lo que buscan las cámaras guiris que siempre miran más al cielo que a la tierra. En el suelo de Lisboa se nota el fin del rescate porque quizá ahora se acaban las obras paradas que sin duda disfrutarán los nuevos colonos.
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