En 1996, Irve LeMoyne, un contralmirante de la Marina de Estados Unidos que acababa de superar un cáncer de cabeza y cuello, regaló a su hospital una pequeña campana de bronce. En la Marina es tradición tocar tres veces la campana para señalar que la tarea ha sido concluida con éxito y LeMoyne, sin saber, estaba inaugurando esa misma tradición en el tratamiento del cáncer. Hoy, 26 años después, más de 60 hospitales en Estados Unidos han incorporado una campana, por lo general en el hospital de día o la zona de consultas, que hacen sonar aquell
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