Los inspectores de trabajo denuncian que sus responsables les fuerzan a perseguir a los parados que pudieran haber cometido alguna pequeña infracción y a hacer la vista gorda ante las empresas que firman falsos contratos y hacen trampas con los números y con los horarios. La idea motora de esta actitud parece ser la de demostrar que los pobres también roban y que no roban más porque no pueden, porque es la ocasión la que hace al ladrón, la ocasión y la necesidad.
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