Como muestran las imágenes de seguridad a las que ha accedido EL PAÍS, todo ocurre en cinco minutos. Marin Eugen Sabau sube las escaleras hasta la segunda planta, donde está la sede de Securitas en Tarragona. Son las 11.09 del 14 de diciembre. Si con la peluca y la gorra de béisbol pretendía hacerse pasar por una mujer, no lo ha logrado. Le reconocen. Eugen, que tiene 45 años y viste de negro, se quita la peluca. Charla con el supervisor de la oficina, Juan Jesús H., uno de los nombres que están en su lista negra.
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