La residencia en la Ciudad del Vaticano está limitada al Papa, a un grupo selecto de cardenales, a los miembros del cuerpo diplomático, religiosos y miembros de la Guardia Suiza. En lo que respecta a seglares, su número es de apenas unas docenas y se limita a funcionarios del Estado junto a sus familias. En otras palabras, la Ciudad del Vaticano es el único país de Europa que no tiene inmigrantes llegados de países pobres o zonas en conflicto, a pesar del apoyo mostrado a estos colectivos por el Sumo Pontífice en el programa de La Sexta.
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