La extrema derecha ya no es un fantasma, sino una realidad que se expande en España. Está presente, se hace notar y las encuestas le auguran un ascenso que puede propulsarlo hasta la tercera posición del tablero político. De momento no hay antídoto que lo frene. O sí. Igual es que que quienes pueden hacerlo, que son sus socios de bloque –PP y Ciudadanos– han contribuido notablemente a normalizar su presencia, además de a blanquearlos en las instituciones. Ahí está la clave. En Europa se aísla a la extrema derecha. Aquí se le convierte en aliada
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