Vivimos en un mundo en el que los gobiernos han privatizado su responsabilidad, dejando en manos de las ONG parte de lo que corresponde a los estados. Los gobiernos desatan las guerras, venden las armas y después esperan que las ONG pongan tiritas a la barbarie. Estamos rodeados de depredadores y no es una buena idea decir “todos son iguales”. No lo es porque no lo somos.
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