Que no sirvamos para nada, para nada de lo que precisa un sistema de no inclusión y de desigualdad, debiera ser no sólo una posición sino una obligación. El tener hombres y mujeres que se puedan encumbrar en posiciones de pensamiento y de reflexión, debiera ser un derecho que tengamos los ciudadanos, para que desde tal atalaya nos iluminen con tales pliegues de la razón y la sensación de lo humano, que a los gritos pide dejar de servir, y sentir a flor de piel algo más que las culpas y los azotes del látigo
|
etiquetas: utilidad , servilismo , discurso único , personas , sociedad