La barbarie de ayer en Ankara no puede distraer ni atenuar la seriedad crítica que merece la vergüenza que esta semana el Consejo de Europa va a consumar en Bruselas. La Unión Europea va a traicionarse como proyecto político y va a consagrarse definitivamente como un simple club de mercachifles. La externalización de un deber básico como es la acogida a los refugiados vía pagos a Turquía es la degradación última del sueño fundacional europeo.
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