En países como Nigeria, con 200 millones de habitantes, sólo se registra oficialmente uno de cada diez fallecimientos. En otros países, la proporción es aún menor. Si no hay en juego herencias, pensiones o requerimientos legales, la mayoría de los africanos hace de los funerales un asunto estrictamente familiar y no informa al Estado. Las estadísticas demográficas se elaboran a base de encuestas sin verificar y los estragos de la pandemia sólo pueden medirse de manera aproximada, preguntando a los vendedores de ataúdes o uso de las RRSS
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