El arzobispo emérito de Durango asegura en un artículo que «con la proliferación y favorecimiento de la homosexualidad, ya se reclama esta práctica repugnante, como un derecho natural y positivo. El prelado añade en su artículo que «lo que es contra naturam, no es natural ni tiene derechos ni obligación correlativa de parte de ninguna sociedad. Y si es contra naturam, carece de validez ética, aunque se inscriba positivamente en un código».
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