Un tablero de ajedrez como metáfora de la vida. Pausa y reflexión antes de tomar decisiones que condicionan el futuro: de la partida, de nuestra existencia. Y una capacidad creciente a la hora de asumir, sin excusas, responsabilidad sobre nuestros errores. De las muchas bondades pedagógicas del ajedrez (mejora del pensamiento estratégico, aumento de la concentración…), Manuel Azuaga se queda con aquella que más ayuda al alumno a ser dueño de su destino.
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