PARÍS.- Como suele suceder en los grandes dramas, todo habría comenzado con un gesto o una mirada malinterpretados en dirección de la persona equivocada, suficientes como para desencadenar una espiral de violencia que terminaría poco tiempo después, como la muerte absurda de Federico Martín Aramburú, en pleno corazón de París. El ex rugbier argentino parece haber encontrado esa noche en su camino a un grupo de matones de extrema derecha varias veces procesados y encarcelados por feroces agresiones políticas.
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