La verdadera aportación de David Bowie no fueron sus canciones ni sus trajes sino la particular hazaña de haber creado un lugar en el mundo seguro para un colectivo desamparado; un lugar donde el chico sensible, inteligente y potencialmente afeminado -el Smalltown Boy de Bronski Beat - podía ir al instituto con los ojos pintados, chaquetas entalladas o pelo oxigenado sin que le pegaran en el recreo.
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