La rutina de la ciudad es atascos para entrar de siete a nueve de la mañana (en el caso de Hartford, muchas compañías de seguros entran a las 7:30), oficinas llenas y cierto bullicio, y atascos para salir de tres a seis, cuando todo el mundo se marcha a casa. Por la tarde y por la noche, calles y edificios vacíos, todo cerrado, y ni un alma por la calle. Como casi todo en Estados Unidos, esta clase de organización urbana no es fruto del aprecio de los americanos por los suburbios, sino de decisiones concretas sobre usos del suelo y urbanismo.
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