Reconoció que es un presidente con las manos atadas, a menudo por su propio partido en guerras internas, que el camino de posibles es estrecho entre tanto runrún de mercados, manejos de multinacionales, paraísos fiscales y juegos de poder. Dice que entre tanta vaina apenas queda margen para las revoluciones que soñó de joven; y con él, varias generaciones.
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