El rescate del banco holandés ING en 2008 se ha convertido en todo un ejemplo de cómo deben hacerse estas operaciones, pero sobre todo de cómo deben terminar. Y es que a día de hoy, la entidad holandesa tiene beneficios y ya ha devuelto casi todo el capital que adeuda al Estado. Es más, un año después de su rescate, el 'león naranja' ya consiguió un beneficio neto de 71 millones de euros: los cambios se hicieron rápido y bien.
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