Sin rostro, casi invisibles a la opinión pública nacional, y evocando al poeta Eduardo Galeano pareciera que “valen menos que la bala que los mata”. Ese es el mensaje del más reciente informe del Programa Somos Defensores: el asesinato de defensores de derechos humanos parece no importarle a nadie. Las cifras semestrales confirman que la violencia contra estos activistas en Colombia se incrementa ante la mirada cómplice del Gobierno Nacional y especialmente de la Fiscalía general de la Nación que no investiga sus crímenes
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