«La ibogaína representa una tercera opción, dado que el concepto de adicción, tanto en su dimensión cultural como médica, suele percibirse de manera binaria: se es adicto o no. La ibogaína y otras moléculas tienen el potencial de escapar de esta lógica, ofreciendo una oportunidad a personas que se encuentran al límite de sus vidas. La crisis de opioides en Estados Unidos no es únicamente un problema de adicción, sino también de supervivencia, vinculado a la abstinencia de medicamentos que fueron aprobados y recetados en exceso».
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