En el parque de una de las ciudades turísticas más importantes del Ecuador, famosa por sus olas para surfear y sus noches de fiesta, dos cadáveres reciben el sol cenital sobre sus rostros. Son desconocidos, personas que nadie ha reclamado aún, rodeados por efectivos de la fiscalía del Ecuador que toman registro de sus huellas dactilares y los fotografían para que alguien pueda identificarlos en el futuro.
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