Sorprende que seguramente haya más de uno que haya aplaudido con las orejas al oírlo porque yo ya he perdido la cuenta de las ocasiones, amenazar a docentes y ningunear su trabajo desde una superioridad manifiesta. Qué sí. Qué lo tengo claro. Hay impunidad absoluta para el insulto, amenazas y desprestigio de los docentes en este país desde hace un tiempo. Sólo hace falta asomarse a las conversaciones del bar, a esos amigos que todos tenemos que no se dedican al ramo y leer esas noticias donde los docentes somos señalados con el dedo.
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