Las cifras parecen dejar patente que la Generación Z lo tiene más difícil. Más allá de lo que plantea el mercado del ocio, alcanzar la independencia financiera es una tarea mucho más compleja que en anteriores generaciones, principalmente por el meteórico ascenso del precio de la vivienda, los suministros básicos y el coste de la vida. Hay que tener en cuenta que los hábitos de consumo han cambiado, y que además se deben incluir otros servicios como el gas, la telefonía móvil o el acceso a internet, lo que aumenta aún más la diferencia.
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