Cuando en un centro escolar acaban las clases y llega el verano, suele reinar la alegría. Puede que haya alguna niña a la que le entristezca no ver cada día a su amigo, o alguna profe apasionada que vaya a añorar las trastadas de su revoltoso alumnado, pero en general el fin de las clases es sinónimo de algarabía.
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