Cerca de 300 tortugas se amontonan en el pequeño estanque de la estación de tren de Atocha, en Madrid, dejadas ahí por la irresponsabilidad de las personas que un día las compraron. Aunque Adif les proporciona alimento y mantiene un control veterinario, la superpoblación conlleva que las tortugas vivan en unas condiciones inadecuadas, que provocan la muerte de muchas de ellas.
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