En el contexto del 25N, es necesario reflexionar sobre los mecanismos de control social de corte patriarcal y racista que oprimen a las trabajadoras sexuales. Un feminismo plural debería sentirse interpelado a reconocer el nefasto impacto de estudios faltos de rigor que alimentan estigmas como el publicado por el ministerio de Ana Redondo. Este artículo es una propuesta de debate, una conversación en torno al uso de mecanismos de control social contra las trabajadoras sexuales por parte de organismos públicos, organizaciones no gubernamentales.
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