Trump ha dicho a sus asesores que su mayor arrepentimiento de su primer mandato fue el personal, y que fue atacado por “traidores”. Ahora tiene más confianza en sus juicios y no siente la necesidad de escuchar el consejo de los institucionalistas de Washington. Hace ocho años, cuando se preparaba para asumir el cargo por primera vez en un puesto del que sabía poco, se basó en el consejo de líderes republicanos y ex funcionarios a los que apenas conocía. Esta vez, no habrá nadie en la sala que considere que su trabajo es contener a Trump.
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