Mientras muchos dormimos, hay profesionales que no descansan. Cuidan de quienes requieren cuidados también de noche. Pierden los hábitos de sueño, alimentación y descanso, lo que conlleva un innegable desgaste físico, psíquico y emocional. Sufren una precariedad que en muchos casos, les lleva a asumir hasta el triple de pacientes de los establecidos científicamente como franja de seguridad. Un trabajo a turnos, de noche y durante domingos y festivos que, en muchos casos, les pueden llevar al aislamiento.
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