Nuestro ánimo, el de los ciudadanos decentes, va estos días como un acordeón. Y no porque seamos emocionalmente inestables. De repente, el sistema que venía avisando de graves desajustes, se ha abierto en canal por varios frentes esenciales. Lo ocurrido va más allá, con ser mucho, del máster de Cifuentes o del ridículo internacional en la persecución del Procés catalán. La mugre que ha quedado al aire intoxica.
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