La solicitud de plácet que el Gobierno ha enviado al Vaticano para que Isabel Celaá sea la próxima embajadora ante la Santa Sede se ha recibido en el Ministerio de Asuntos Exteriores como una falta de consideración hacia los propios diplomáticos. En primer lugar, por su condición de política ya que este gremio de la Función Pública lleva mal el intrusismo. Pero, sobre todo, por la edad de la exministra de Educación.
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