Nadie reconoce malas prácticas concretas, ni tampoco quieren señalar en público a alguien con nombre y apellidos, pero en el mundo de las empresas de estudios de opinión y del análisis demoscópico no es difícil recoger testimonios —eso sí, sin revelar la identidad de quien los traslada— que apuntan a la utilización de métodos poco rigurosos. O a la existencia de empresas de las que casi nadie ha oído hablar pero que están publicando proyecciones electorales con gran eco mediático a pesar de que sobre su credibilidad no existe evidencia alguna.
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