Anna vino a Londres desde Rumania para estudiar. Para ello, primero tenía que ganar algo de dinero. Consiguió trabajos temporales como mesera, empleada doméstica y profesora de matemáticas. Hasta que un día, en marzo de 2011, la secuestraron en la calle, la llevaron a Irlanda y la sometieron a un tormento que duró nueve meses. La forzaron a tener sexo con miles de hombres. Anna no vio la luz del día durante meses. La dejaban dormir sólo cuando no había clientes, pero ellos venían a todas horas. A veces veía hasta 20 por día.
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