Cuando el Instituto Psiquiátrico Max Planck en la ciudad de Múnich se encontraba realizando restauraciones a una de sus secciones se encontró con una peculiar y perturbadora sorpresa. Los Nazis almacenaron cerebros completos (y partes de cerebros) para sus experimentos en este hospital, y todavía estaban allí. Este constaba de nada menos que unas 100 muestras de cerebros que, según los registros encontrados, pertenecían al doctor del estado e investigador del cerebro Julius Hallervorden, miembro del partido Nazi.
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