De la derecha sin disimulos a la ultraderecha sin tapujos. Una vergüenza. Y todo ello, naves y prestigio abrasados, en España y en Europa, para morir lejos de los 176 diputados necesarios para gobernar. Un camino infame para un final ridículo. De la nada, decía Groucho, a la más absoluta de las miserias. Pero se equivocan augures y hechiceros salidos de las oscuras madrigueras donde un día tuvieron poder. ¿De qué fragilidad hablan los opositores bocachanclas y los periodistas histéricos de a tanto la pieza?
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