Cumbre ultra en Madrid o cómo los leones se vuelven corderos

A todos los participantes en esta cumbre ultraderechista se hablará mucho en nombre de la libertad, la familia, la cristiandad, la tradición, el respeto a la sacrosanta propiedad. Tampoco faltará la presentación de un escenario apocalíptico y, frente a él, se presentan ellos con un tono mesiánico ya que se presentarán ante su enardecido público como los de un mundo en peligro, no por la crisis climática o la codicia corporativa, sino por la presencia de sus enemigos: la justicia social, la lucha contra el cambio climático, el feminismo...

[#5 tarkovsky]

Mucho bombo se le está dando a este cónclave de degenerados. Si no es ilegal que se junten, pienso que lo mejor sería no hacerles ni puto caso. Al final lo que quieren es casito, y, como siempre, se lo damos de gratis

[#7 PerritaPiloto]

#5 Parammines importante. Han venido al lado de casa. Hoy no he salido a la calle todavía, pero en un evento que hicieron allí en Semana Santa conté como diecisiete autobuses de cristofrikis. Con que hayan movido a un tercio de fachafrikis ya es preocupante.

[#8 PerritaPiloto]

#7 He dado una vuelta y donde en el enevto evangélico de Semansa Santa había casi una veintena de autobuses hoy no hay ninguno. Eso sí, mucha presencia de policía nacional en todas las calles de acceso a Vistalegre. No recuerdo tanta en otras clases de eventos.

Puede ser que sea muy multitudinario pero todo el público venga de Madrid en lugar de otras provincias. O simplemente que no hay tanto asistente.

[#4 ElSev]

Menéame ya nos informaba desde hace días de ésto, de hecho animando a acudir  

[#3 yesaire]

No entiendo en qué momento ni por qué el eufemismo "ultra" sustituyó a "fascista", "neonazi" o "extrema derecha".

[#6 Aergon]

#3 Por hipocresia disfrazada de corrección política, no son ni de izquierda ni de derechas pero siempre acaban favoreciendo a los mismos.

[#1 guillersk]

Si cambias un par de palabras, parece que habla del coletas.

[#2 muerola]

#1 como si habla el obispo de Roma, verdades como puños