Cuenta Nick Mason, batería de los eternos Pink Floyd, que cuando todavía no eran los Pink Floyd se ganaban las libras tocando en eventos privados y colegios mayores de la sociedad underground londinense de mediados de los sesenta. Cuenta Nick que una vez también dieron un concierto en un famoso club juvenil católico de la capital. Al terminar la noche el encargado se negó a pagarles con la excusa de que esos chicos “no hacían música”. El mánager les dijo que no montaran el número, denunciaría al colegio por incumplimeinto de contrato y al final
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