Durante su etapa como jefe del Estado, el rey Juan Carlos actuó como un canalla mafioso. La monarquía ha representado en España siempre mucho más que la mera figura del rey de turno. En el siglo XIX la lucha por la democracia se convirtió en la lucha por quitarle poderes al rey para dárselas al parlamento. El rey personificaba unos intereses que iban mucho más allá de los del monarca: los de la aristocracia económica y la iglesia. Los poderes de la tradición. Por eso la Segunda República fue vista como el demonio por la iglesia y la oligarquía.
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