En la mañana del pasado domingo, Charleena Lyles llamó a la policía de Seattle para informar de un robo. Lyles era una mujer negra, embarazada, madre de cuatro hijos (uno de ellos con síndrome de Down) y vivía en un piso de realojo para personas que antes habían estado en la calle. Los oficiales se presentaron en el lugar, encontraron a Lyles en medio de una crisis nerviosa, supuestamente armada con un cuchillo, y la mataron.
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