BBVA publicó ayer una caída del 46,3% de su beneficio en nuestro país hasta 316 millones, incluyendo tanto la actividad bancaria como la inmobiliaria. Un desplome que se explica en parte por las provisiones por las cláusulas suelo, pero también por otros factores recurrentes: los bajos tipos de interés, la caída del crédito, las menores comisiones, la necesidad de sanear todavía más el ladrillo adjudicado ante la falta de impulso del mercado y una remuneración de los depósitos superior a la que le habría gustado a la entidad.
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