Estaban equivocados los que aseguraban que Aznar y Rajoy habían hecho las paces y volvían a ser uña y carne, cual maestro y discípulo, cual el dedo que señala al heredero y el sucesor. Profundamente equivocados estaban. La Convención Nacional del PP demostró que las diferencias entre los dos últimos líderes del partido permanecen vigentes aunque se hayan suavizado en las formas.
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