Si la industria del fútbol en sí misma no fuese distracción bastante para no hablar de las verdaderas afrentas hay que explotar cualquier oportunidad sobrevenida o provocada que se presente. Y a Rajoy los chiflidos y pitidos del Camp Nou le dan unos días de respiro para que nadie se fije en él y para seguir en su línea de no dar cuenta de nada, no opinar sobre nada y no explicar nada de la podredumbre que fluye y desborda las rebosaderas de su partido.
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