Le rociaron gasolina y le amenazaron con prenderle fuego. Este brutal intento de agresión, que podría haber acabado en tragedia, le ha ocurrido a un activista LGTB de 18 años en Azerbaiyán, al salir del armario ante sus progenitores. Afortunadamente, el joven logró escapar y no se consumó el parricidio. Sin embargo, el clima de homofobia generalizada del país caucásico es una histórica asignatura pendiente que, lejos de cualquier atisbo de mejora, es azuzada a conveniencia por instituciones y por distintos representantes sociales.
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