En la tienda de electrónica de Imad Shlayl en la ciudad de Gaza, los clientes que entran en masa en el establecimiento solo están interesados en dos productos: luces LED y baterías para encenderlas. En la ya de por sí empobrecida Gaza, sus habitantes han tenido que aprender a adaptarse a vivir con tan solo entre dos a cuatro horas de electricidad al día.
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