Vigo está sufriendo una situación de total excepcionalidad respecto al cumplimiento de las obligaciones administrativas derivadas de los principios legales de igualdad, transparencia, libertad y participación en las decisiones de los poderes públicos. La situación, desplazada a un segundo plano por la prensa local dependiente de jugosas subvenciones públicas, es lo suficientemente grave para cuestionarnos desde la imparcialidad (en serio) la conveniencia o no de este gasto, y si es el mejor momento para disneyficar la ciudad armándola a base de
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