Sumar el PIB de la economía delictiva de la droga y la prostitución es propio de políticas que practican la doble moral. Nuestros gobiernos persiguen el crimen organizado que se dedica a ese lucrativo negocio ilegal, pero en cambio no dudan en sumarlo como riqueza. Una economía que mientras no se legalice no tributa a Hacienda y por tanto sustrae recursos para el bienestar general de la población. Armas, drogas y prostitución son un ejemplo de la escasa ética de los gobiernos de la UE
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